viernes, 3 de septiembre de 2010

Retomando...

Puff, hace casi un año que no actualizo esto. Dejo un especie de manifiesto ficcionario que se me ocurrió estando en clase.

Toda mi vida odié que me usen de ejemplo.
-A ver, analicemos la oración "Juan es una mala persona"- decía la profesora de Gramática, aunque también pudo ser la de Lengua y Literatura de la secundaria.
El ámbito cambiaba, las personas cambiaban, el contexto cambiaba, pero siempre usaban mi nombre. Nuestro nombre, el de todos los Juanes. Que habremos hecho los Juanes para sufrir semejante pesadilla.
Somos los ejemplos de la agramaticalidad, de la falta se sentido común, de la falta de civilidad, de la falta de moralidad, de la culpa, de la incorrección política, en fin, de todo.
Por eso, y en solidaridad con todos los Pedros, José y Marías que sienten lo mismo, exigimos la derogación del uso de nuestro nombre en los ejemplos. ¿Será una una causa fútil? ¿No sería mejor que nos propongamos otras metas? Pueden ser ejemplos válidos de reproches hacia nuestra postura, pero probablemente quienes nos recriminen nuestra actitud no se llaman Juan. Y mucho menos Pedro.
Habiendo una vasta variedad de nombres, siempre se cae en los mismos. ¿Por qué no Jacinto o Ambrosio?. ¿Habrá algún Casiano que venga a reclamar su justo desuso?. ¿O algún Cleto o alguna Brígida?.
Pero así como rehusamos del uso pragmático de nuestro nombre, también reconocemos a aquellos que dieron buen uso del mismo.

1 comentario:

  1. JAJAJAJAJ

    Toda mi vida pense lo mismo!!!!

    el colmo fue en la facultad cuando tambien resulto ser "Juancito o Juan" esto o aquello.

    SI a al derogamiento de nuestro nombre.

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